Radiación No Ionizante

viernes, 10 de julio de 2020

“LAS RADIACIONES ELECTROMAGNÉTICAS ALTERAN LOS CANALES DE CALCIO”


“LAS RADIACIONES ELECTROMAGNÉTICAS ALTERAN LOS CANALES DE CALCIO”

Las alteraciones biológicas que provocan las radiaciones electromagnéticas parecen deberse al hecho de que interfieren las señales eléctricas de la superficie de la membrana plasmática celular haciendo que no funcionen correctamente los canales que permiten llevar los iones de calcio al citosol -la parte líquida del citoplasma de la célula- y, por tanto, afectando a las respuestas bioquímicas normales del organismo. Alteración que cuando es constante puede acabar dando lugar a estrés oxidativo, roturas del ADN y de la barrera hematoencefálica, disfunciones en el sistema inmune, problemas cardíacos y neurológicos e, incluso, cáncer; entre otras muchas patologías. Al menos así lo asevera el doctor Martin Pall, profesor emérito de Bioquímica y Ciencias Médicas Básicas de la Washington State University (EEUU).

A pesar de que se han efectuado ya más de 20.000 estudios científicos sobre la incidencia de las radiaciones electromagnéticas en la salud -hablamos de estudios epidemiológicos así como de investigaciones in vitro y con animales ya que por razones éticas no se permite experimentar con seres humanos- a nivel oficial sigue diciéndose que no hay “suficientes” evidencias de ello. Pues bien, el doctor Martin Pall, profesor emérito de Bioquímica y Ciencias Médicas Básicas de la Washington State University (EEUU) especializado en Medicina Ambiental y uno de los principales expertos sobre el impacto de las radiaciones en la salud a quien ya entrevistamos hace unos meses -vea en nuestra web (www.dsalud.com) el artículo que con el título Martin Pall: “La fatiga crónica, la fibromialgia, la sensibilidad química múltiple y el trastorno de estrés post-traumático pueden tratarse de forma natural” apareció en el nº 134- asevera ahora que las radiaciones electromagnéticas alteran las señales eléctricas de la superficie de la membrana plasmática celular haciendo que no funcionen correctamente los denominados “canales de calcio” dependientes de voltaje que permiten llevar los iones de calcio al citosol -la parte líquida del citoplasma de la célula- lo que dificulta o impide las respuestas bioquímicas normales de las células, tejidos, órganos y sistemas. No descartando que las radiaciones puedan además influir negativamente de otra manera a nivel biológico.

Tal es su conclusión y así lo explica en dos trabajos publicados en 2013. El primero de ellos es una revisión de 23 trabajos científicos titulado Electromagnetic fields act via activation of voltage-gated calcium channels to produce beneficial or adverse effects (Los campos electromagnéticos actúan a través de la activación de los canales de calcio dependientes de voltaje para producir efectos benéficos o adversos) que se publicó en Journal of cellular and molecular medicine y fue considerado por la organización canadiense Global Medical Discovery uno de los artículos científicos más importantes de 2013. En cuanto al segundo, titulado Microwave Electromagnetic Fields Act by Activating Voltage-Gated Calcium Channels: Why the Current International Safety Standards Do Not Predict Biological Hazard, (Las microondas de los campos electromagnéticos actúan mediante la activación de los canales de calcio dependientes de voltaje: ¿Por qué los actuales estándares habituales de seguridad no predicen los daños biológicos?), es una reflexión sobre el estado actual del problema. Y su importancia es tal que ambos documentos se utilizaron el pasado mes de mayo de 2014 como base argumental ante la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos que está estudiando la modificación de la actual legislación sobre la exposición humana a las radiaciones electromagnéticas.

Por lo que a los 23 trabajos revisados se refiere Martin Pall asevera: “En esos estudios las radiaciones electromagnéticas estudiadas fueron de varios tipos, incluyendo las de frecuencias extremadamente bajas -como las de 50 o 60 ciclos- del cableado eléctrico, las microondas -con ciclos muy cortos, del orden de nanosegundos- y los campos eléctricos o magnéticos estáticos. Siendo los hallazgos relacionados con las microondas los que suscitan mayor preocupación porque han aumentado mucho en los últimos años y el uso de las nuevas tecnologías está dando lugar a una exposición a las mismas cada vez mayor. Exposición que afecta a los canales de calcio dependientes de voltaje como sustentan gran número de los estudios revisados según los cuales la exposición a las radiaciones de las microondas modifican su señalización”. Y añade: “El viejo paradigma que tenía en cuenta solo los efectos térmicos a la hora de valorar los efectos de las radiaciones electromagnéticas ha sido ya sustituido por un nuevo paradigma según el cual las microondas y otro tipo de radiaciones electromagnéticas pueden alterar los canales de calcio dependientes de voltaje lo que permite explicar las conclusiones de más de 20.000 trabajos de la literatura científica que no son explicables con el viejo paradigma”.




IÓN CALCIO

Pero, ¿a qué se refiere exactamente Martin Pall? Vamos a intentar explicárselo al lector no versado en la materia y empezaremos diciendo que se llama “canales” a una serie de proteínas de carácter poroso a través de las cuales pueden pasar iones o moléculas desde el exterior de la célula hacia el interior y viceversa. Por tanto los “canales de calcio dependientes de voltaje” son unas proteínas que cuentan con una especie de “conducto” a través del cual los iones de calcio llegan a la parte líquida del citoplasma celular; es decir, al citosol. Algo importante porque de que ese calcio llegue al interior de las células y lo haga en la concentración necesaria dependen muchos de los mecanismos biológicos del organismo: desde la síntesis proteica pasando por las funciones neuronales y el control respiratorio hasta la apoptosis o la expresión génica; de hecho Sydney Ringer ya demostró que es vital para el mantenimiento del ritmo cardíaco ¡en 1883!

Pues bien, cada célula de nuestro cuerpo -unos ¡cien mil millones! que “nadan” en el líquido extracelular- está rodeada de una capa o membrana que no la aísla por completo ya que existen en ella una serie de proteínas o canales que permiten entrar y salir a moléculas muy pequeñas -a las que se llama por ello mensajeros– sin cuya presencia no pueden tener lugar muchas de las reacciones bioquímicas que se producen en cascada en su interior. Siendo algunas de las principales moléculas mensajeras los iones de sodio, potasio y calcio (un ión es una partícula con carga eléctrica constituida por un solo átomo). Ahora bien, esos canales no siempre están abiertos: se abren y cierran atendiendo a las necesidades del organismo. Y no todos tienen la misma importancia ni efectúan las mismas funciones. Lo que sí se sabe es que parece haber más canales (proteínas) de calcio y por eso es el “sistema de señales intracelulares” más investigado. Merced a ello sabemos que la célula no produce ni destruye iones de calcio, se limita a controlar que la concentración en el citosol -a nivel intracelular- sea la adecuada abriendo o cerrando los canales; un mecanismo al que se llama “intercambiador iónico” (y coloquialmente “bombas”). Y se llama intercambiador porque para que entre o salga de la célula un ión de calcio debe simultáneamente entrar o salir un ión de sodio.

En suma, en el caso de los canales de calcio ese mecanismo permite que los iones de calcio entren y salgan desde el citosol hacia el retículo endoplasmático o hacia el medio extracelular y viceversa (el sodio puede asimismo intercambiarse por potasio en otros canales). Y se activa cuando el nivel de calcio en los depósitos intracelulares disminuye.

¿Y qué hace abrir o cerrar los canales dependientes de voltaje? Pues la disminución del voltaje eléctrico en ambos lados de la membrana a causa de una distribución asimétrica de iones; algo a lo que se llama “despolarización de la membrana”. Es decir, se abren cuando no hay el adecuado equilibrio -asimétrico por cierto- entre la cantidad de iones de calcio y sodio que hay fuera y dentro de la célula (y lo mismo sucede con el potasio).

Y aquí está la clave de lo explicado por Martin Pall: el intercambio se produce porque hay un sutil cambio del potencial eléctrico normal de la membrana y resulta que eso pueden también provocarlo las radiaciones electromagnéticas artificiales a las que hoy día estamos constantemente sometidos.

Añadiremos a este respecto que según explica en su artículo A ritmo de calcio el colaborador del Departamento de Biología Celular, Genética y Fisiología de la Universidad de Málaga Francisco Javier Bermúdez “la señalización por calcio no ocurre de un modo similar en todas las células pudiendo distinguirse claramente cómo se produce esa señal en células excitables -que son células animales capaces de disparar en sus membranas potenciales de tensión- y en células no excitables (todas las células vegetales y muchas animales). Mientras en las primeras el estímulo que provoca la señalización por calcio lleva a la apertura de canales de calcio dependientes de voltaje que permiten entrada de calcio extracelular en las segundas el estímulo lleva a la producción intracelular de IP3 (inositol trifosafto) que dispara la salida de Ca2+ desde los depósitos intracelulares”.

LOS CANALES IÓNICOS DEPENDIENTES DE VOLTAJE

Es decir, en una situación normal la membrana celular está polarizada porque hay un reparto desigual de cargas eléctricas entre el interior y el exterior siendo eso lo que crea la diferencia de potencial; teniendo carga positiva el exterior de la membrana y negativa el interior. Y es que en una situación de normalidad a nivel intracelular debe haber 10.000 veces menos iones de calcio que en el espacio extracelular; por eso el interior celular es electronegativo (-50 a -90 mV). Algo de lo que la célula se asegura abriendo y cerrando los canales proteínicos. Solo que esos canales, como hemos dicho, se abren o cierran mediante impulsos eléctricos. Y ahora se sabe que las radiaciones electromagnéticas artificiales pueden interferir en ello y alterarlos.

Lo ha explicado bien el investigador griego D. J. Panagopoulos en el trabajo que con el título Mechanism for action of electromagnetic fields on cells (Mecanismo de acción de los campos electromagnéticos en las células) publicó en Biochemical and Biophyscal Research Communication en 2012: “El mecanismo básico es la vibración forzada de todos los iones libres en la superficie de la membrana plasmática de la célula causada por un campo oscilante externo. Hemos demostrado que una vibración coherente de carga eléctrica es capaz de alterar la apertura de los canales electrosensibles en la membrana plasmática y, por tanto, de interrumpir el equilibrio electroquímico de la célula y su función”. Activación externa de los canales de calcio dependientes de voltaje que provoca un aumento de los niveles de calcio intracelular.

Bueno, en realidad hay 10 tipos de canales de calcio (es decir, de proteínas) dependientes de voltaje (incluyendo cuatro del denominado tipo L) que difieren en sus propiedades -y por tanto pueden diferir en los efectos- y en cómo se activan por las radiaciones electromagnéticas pero son los canales tipo L los que pueden permanecer abiertos durante más tiempo y de ahí que su alteración pueda tener mayores consecuencias. Y es que mientras la mayor parte de los canales se abren apenas unos pocos milisegundos los dependientes de voltaje tipo L permanecen abiertos 100 milisegundos o más; luego distorsionar la señal eléctrica que controla su apertura podría provocar un significativo aumento del nivel de calcio intracelular y ello desembocar en múltiples alteraciones biológicas. Incremento del calcio intracelular que según la cascada de eventos que describe Martin Pall provoca una elevación del óxido nítrico, la creación posterior de peroxinitrito y un gran estrés oxidativo. Tal y como el investigador norteamericano ha descrito al señalar el desequilibrio de lo que denomina Ciclo NO/ONOO -cuyo centro es el óxido nítrico (NO) y su derivado el peligroso peroxinitrito (ONOO)- como causa de la Fatiga Crónica, la Fibromialgia, la Sensibilidad Química Múltiple y el Trastorno de Estrés Postraumático un aumento del nivel de oxido nítrico genera mucho peroxinitrito, agente oxidante y nitrante que puede dañar el ADN celular y las proteínas, provocar un déficit en el organismo de la coenzima tetrahidrobiopterina y, paralelamente, un exceso de fenilalanina, sustancia que si bien es esencial en la formación de las proteínas cuando se acumula puede causar daños neurológicos incluyendo problemas cognitivos, microcefalia, retraso del habla, convulsiones y alteraciones del comportamiento. Asimismo puede dar lugar a una excesiva actividad de los neurorreceptores NMDA (acrónimo de N-metil D-aspartato) del sistema nervioso, vitales para el buen funcionamiento del cerebro -especialmente en lo que al aprendizaje y la memoria se refiere-, lo que puede llevar a la epilepsia o a la muerte neuronal. Y a una regulación incorrecta de la proteína NF-kB (factor nuclear kappa potenciador de la actividad de las células B) que provoque infección viral, un desarrollo inmune inadecuado, problemas de plasticidad sináptica y de memoria, patologías inflamatorias y autoinmunes, cáncer y hasta un shock séptico. Siendo ello solo parte de sus potenciales efectos negativos.

MÚLTIPLES EFECTOS Y CONSECUENCIAS

“Hay diez efectos diferentes de las microondas bien documentados -sostiene Martin Pall en su trabajo- que se explican fácilmente como consecuencia de la activación de los canales de calcio dependientes de voltaje: las respuestas terapéuticas, el estrés oxidativo, la rotura de la hélice de ADN, la ruptura de la barrera hematoencefálica, la ruptura de la barrera hematotesticular, el cáncer, la reducción de melatonina, las disfunciones en el sueño y la infertilidad masculina y femenina”.

Multitud de disfunciones distintas que se explican porque hasta la mayoría de las células del sistema inmune poseen canales de calcio. Y las células del sistema nervioso donde casi todos los neurotransmisores se liberan en respuesta a la activación de los canales de calcio y de ahí que su alteración pueda ser la causa de todo tipo de problemas neurodegenerativos y psiquiátricos. De hecho una de las líneas de trabajo del grupo de investigación del Instituto de Biología y Genética Molecular (IBGM) -centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad de Valladolid– es tratar de confirmar que el exceso de calcio intracelular puede ser una de las claves de la muerte de las neuronas que se produce en el alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas. “El calcio –ha declarado Carlos Villalobos, investigador del IBGM- funciona como activador de todas las células -y de las neuronas en particular- pero si entra de forma excesiva puede provocar la muerte de las neuronas”. También está demostrado que durante la isquemia cerebral -la falta de oxígeno- aumenta el nivel de calcio intracelular y disminuye en el exterior lo que sugiere que cuando hay déficit de oxígeno entra calcio en el interior de las neuronas. Hasta la mayoría de las hormonas del cuerpo se liberan bajo el control de los mecanismos desencadenados por la activación de los canales de calcio.

Por otra parte está constatado que un exceso de calcio en el interior de las células musculares provoca la contracción de los músculos… y si eso ocurre en los de las arterias la presión sanguínea aumenta. Como puede provocar una excesiva producción de colágeno y el endurecimiento de los tejidos.

Otro tipo de células en las que los canales de calcio juegan un papel importante son las células marcapasos (capaces de producir espontáneamente potenciales de acción) del corazón, del sistema endocrino y del sistema nervioso central. “Las células marcapasos –dice Martin Pall al respecto- tienen densidades muy altas de canales de calcio y por tanto son muy susceptibles de ser activadas por las radiaciones electromagnéticas. Y en el corazón una hiperactividad de los canales de calcio produce taquicardias y arritmias lo que a veces lleva a la muerte súbita cardíaca; algo que explica que corazones aislados de animales expuestos a microondas -de conformidad con las normas vigentes- desarrollan taquicardias y arritmias. Magda Havas ha demostrado asimismo que se produce taquicardia cuando se expone a una persona a un teléfono móvil. De hecho actualmente hay una epidemia de taquicardias, arritmias y muertes cardíacas repentinas a pesar de que la enfermedad cardíaca isquémica está en retroceso. ¿Podría deberse a la exposición a las radiaciones electromagnéticas de las microondas? Tal posibilidad no puede descartarse”. Martin Pall agrega que las radiaciones electromagnéticas pueden también dar lugar a la rotura de la doble cadena de ADN.

El investigador W. R. Adey demostró por su parte hace ya muchos años que incluso los campos electromagnéticos débiles pueden alterar los canales de calcio y ello provocar cáncer por la rotura de la doble cadena de ADN a causa de la aparición de peroxinitrito y otros subproductos de desecho. Además el paso de óxido nítrico a peroxinitrito está implicado en lo que se llama carcinogénesis inflamatoria.

Y las microondas también pueden provocar la ruptura de la barrera hematoencefálica; según Martin Pal “es otro de los efectos de la exposición a las microondas”. Según explica “el trastorno se produce por la vía del estrés oxidativo/peroxinitrito, producto de la activación de las metaloproteinasas de la matriz (MMPs) al degradar las estrechas uniones entre las células, esenciales para mantener la barrera hematoencefálica”.

Es más, afirma que el desequilibrio de los canales de calcio dependientes de voltaje puede disminuir la producción de melatonina y causar insomnio. Y problemas de infertilidad, tanto masculina como femenina por un mecanismo idéntico al de la ruptura de la barrera hematoencefálica.

AMENAZAS Y SOLUCIONES

En suma, como bien apunta Martin Pall la amenaza para la salud de las radiaciones es muy real: “Proviene, aunque no exclusivamente, de los aparatos de comunicación inalámbrica; como los teléfonos móviles, los inalámbricos y sus bases, las antenas de telefonía móvil, las redes Wi-Fi, los radares, los hornos microondas, los llamados contadores inteligentes y todo tipo de dispositivos de comunicación inalámbrica. Existe asimismo preocupación por las radiaciones de frecuencia extremadamente baja, incluidas las de 50/60 ciclos/segundo del cableado eléctrico. Además tal como se instala el cableado hoy día se generan distintas cantidades de electricidad sucia con origen en los transitorios de alta frecuencia (incrementos de tensión y/o corriente). Pudiendo ser especialmente problemáticos los dispositivos digitales, los fluorescentes, las cajas de inversión digital para convertir la energía fotovoltaica de corriente continua en alterna y otros dispositivos similares así como los utilizados en la producción de electricidad mediante aerogeneradores. La electricidad sucia puede moverse a lo largo de las líneas de transmisión de energía y entrar en las viviendas y otros edificios así que no sólo habría que tener en cuenta la que uno mismo produce sino también la generada en la vecindad. Los efectos biológicos de la electricidad sucia, según los estudios de Samuel Milham, Magda Havas y otros, son similares a los de las microondas por lo que es posible que también la electricidad sucia active los canales de calcio dependientes de voltaje”.

Terminamos indicando que ante todo lo expuesto Martin Pall propone acometer dos medidas básicas:

1) Reducir los actuales niveles de radiación permitidos -basados sólo en los efectos térmicos– entre 100 y 1.000 veces. Para lo que, por ejemplo, sugiere blindar la parte inferior de los ordenadores portátiles y la zona posterior de las “tabletas” y rediseñar las redes Wi-Fi para disminuir considerablemente el nivel de exposición. Es más, llega a proponer “volver a los ordenadores que utilizan cableado para evitar exposiciones innecesarias”. Asimismo propone utilizar los teléfonos móviles con auriculares o con altavoz y transportarlos en bolsas apantalladas, rediseñar los teléfonos inalámbricos para que sus bases emitan sólo cuando estén en uso y puedan utilizarse a 6 metros -ello reduciría la exposición unas 100 veces- y rediseñar las antenas de los teléfonos y las torres de telefonía móvil al igual que todo otro dispositivo que emita microondas. Simples modificaciones de diseño podrían reducir hasta 100 veces las emisiones de microondas. Incluso sugiere colocar finas mallas de metal conectadas a tierra en las ventanas para evitar las radiaciones externas.

Por lo que a los llamados contadores inteligentes de la luz se refiere Martin Pall es intransigente. “Deben ser prohibidos porque utilizan pulsaciones de microondas muy cortas y de alta intensidad. Sabemos que las pulsaciones del orden de nanosegundos son muy perjudiciales y actúan como activadores de los canales de calcio cuya activación puede continuar incluso después de haber cesado las pulsaciones. Se sabe desde hace más de 30 años que las pulsaciones cortas de microondas pueden causar un enorme daño celular. Por tanto hasta que no dispongamos de la medición de los efectos biológicos de los contadores inteligente su uso es una temeridad y en mi opinión no deben utilizarse”.

2) Aprobar normas de seguridad distintas a las actuales que sean más acordes con los peligros reales.

En definitiva, que las radiaciones electromagnéticas artificiales son peligrosas para la salud no es discutible. Hay pruebas más que suficientes aunque la industria lo niegue y nuestros gobernantes y legisladores, influidos por ella, le hagan el juego. Y más vale que la sociedad reaccione pronto y les obligue a actuar porque está en juego la salud de miles de millones de personas, especialmente en el caso de los niños.

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